Juan Carlos Molina fue nombrado por Cristina Fernández de Kirchner (la condenada) durante su gestión, tuvo su paso por la Sedronar con el objetivo de atender problemáticas vinculadas al consumo. Sin embargo, desde 2015, creó una ruta de ilícitos y defraudaciones a ambos Estados provinciales.

Docentes y allegados a la fundación cobraban sueldos en Chaco y en Santa Cruz, aunque residían solo en una de ellas, violando las más elementales normas de administración pública. Pero lo más doloroso de esta historia no es solo el fraude económico: eran 220 niños y niñas de origen wichí quienes justificaban esos pagos irregulares.

Sí, 220 criaturas fueron utilizadas como excusa para financiar una estructura política. Estos niños, que debían estar bajo la protección del Estado, eran trasladados de una provincia a otra como si fueran piezas de un engranaje burocrático o político.

En los últimos días, un juez ordenó el pago a favor de docentes y colaboradores de la mencionada fundación, es decir a favor de “los defraudadores de la provincia” pese a no contar con la documentación y habilitación solicitada.

Ya existen antecedentes judiciales en Santa Cruz por hechos similares. Hasta que hubo una Cámara de Apelaciones que revocó el fallo de primera instancia y puso “luz y claridad” sobre una trama que combinaba fraude administrativo y el uso irregular de programas vinculados a la infancia.

Por eso, cuando se revise este fallo provincial, lo mismo pasará en Chaco.

¿Y los niños?, ¿eran dueños de esos inocentes? Fueron víctimas y recién ahora están siendo rescatados conforme a las leyes de protección de la infancia.

La mayoría pertenece a comunidades originarias. ¿Así protegemos nuestros pueblos ancestrales?  Hipócritas. Raza de víboras.

Cuando el fallo de este juez sea revocado por su Superior, nos empezaremos a enterar de un entramado que no solo ha defraudado al Estado Chaqueño y de Santa Cruz, sino que jugó vilmente con inocentes.  

Hoy, el “curita” Medina es Diputado, ¿que tal? se sienta en una banca por Santa Cruz, por el partido de los “K”

La impunidad tiene fecha de vencimiento.