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Una investigación de la Fiscalía de Río de Janeiro reveló las brutales prácticas de tortura y castigo aplicadas por el Comando Vermelho para mantener el control en las favelas. Videos y testimonios exponen cómo la organización criminal impone su propia ley mediante violencia y terror.
Una investigación del Ministerio Público de Río de Janeiro sacó a la luz el sistema de violencia y disciplina interna del Comando Vermelho, una de las organizaciones criminales más poderosas de Brasil. El informe revela prácticas de tortura y castigo aplicadas tanto a miembros de la banda como a vecinos de las favelas bajo su control, en una dinámica de sometimiento y miedo que reemplaza la autoridad del Estado.
Según la denuncia presentada por el Grupo de Actuación Especial de Combate al Crimen Organizado (GAECO), los líderes de la facción empleaban métodos de tortura como mecanismo de control social. Entre los casos documentados se incluyen mujeres sumergidas en hielo, hombres arrastrados por las calles y víctimas golpeadas hasta perder el conocimiento. Estas escenas fueron registradas en video por los propios integrantes del grupo y utilizadas como ejemplo de lo que ocurre con quienes desafían las normas impuestas.
El informe detalla la estructura jerárquica del Comando Vermelho, que opera principalmente en los complejos del Alemão y la Penha. En la cima se encuentra Edgar Alves Andrade, alias Doca, actualmente prófugo, mientras que Juan Breno Malta Ramos Rodrigues, conocido como BMW, figura como coordinador directo de los castigos. Este último dirige los llamados “tribunales del tráfico”, espacios donde los líderes deciden las sanciones a aplicar —sin intervención judicial— por supuestas faltas o conflictos.
En uno de los videos que presentó la Fiscalía, una mujer es castigada siendo sumergida en una bañera llena de hielo por “comportarse de forma conflictiva en fiestas”. “No queremos golpear a vecinas, creemos que esta es la mejor forma de castigo”, se escucha justificar a uno de los miembros del grupo. Otro registro muestra a un hombre atado, amordazado y desnudo siendo arrastrado por un vehículo mientras suplica por su vida y nombra repetidamente a BMW. La grabación solo termina cuando la víctima parece desmayarse.
El documento también describe la existencia de un grupo ejecutor, la “Equipe Sombra”, encargado de aplicar los castigos ordenados por BMW. En algunos casos, las sesiones de tortura eran presenciadas o supervisadas mediante videollamadas por otros líderes de la organización, como Carlos Costa Neves, alias Gadernal.
La investigación menciona además a Fagner Campos Marinho, conocido como Bafo, quien cumplía funciones operativas en el tráfico de drogas y en la ejecución de agresiones físicas. En uno de los videos incorporados al expediente, se lo observa golpeando brutalmente a una persona y preguntándole: “¿Quieres morir?”, mientras la víctima, ensangrentada y casi sin fuerzas, intenta responder.
El Ministerio Público considera que estas prácticas forman parte de un sistema disciplinario diseñado para mantener el control en las favelas, imponiendo miedo tanto entre los miembros del Comando Vermelho como entre los habitantes de las comunidades. Según la denuncia, los castigos funcionan como una herramienta de dominación territorial y social, que refuerza el poder del grupo en ausencia de la autoridad estatal.
Las autoridades reconocen que enfrentar este tipo de estructuras criminales implica un enorme desafío para el sistema judicial brasileño, debido a la dificultad para acceder a pruebas y determinar responsabilidades dentro de una compleja red de mando. Sin embargo, la Fiscalía considera que los registros audiovisuales obtenidos serán clave para avanzar en las causas penales y responsabilizar a quienes ordenan y ejecutan los actos de tortura.
El informe concluye que el régimen de castigos violentos sigue siendo uno de los principales instrumentos de control del Comando Vermelho en Río de Janeiro, y que exponer su funcionamiento resulta esencial para desarticular el poder de una organización que, desde hace décadas, impone su propia ley en las favelas.