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La licenciada Marina Zeniquel analizó en diálogo con el periodista Marcelo Rubiolo en NGFederal los efectos del contexto actual sobre la salud mental. Habló del estrés constante, la ansiedad, la frustración y la falta de tiempo para los vínculos. “Estamos perdiendo el eje humano”, señaló.
En entrevista con el periodista Marcelo Rubiolo en NGFederal, la psicóloga Marina Zeniquel reflexionó sobre el presente social argentino. “Vivimos en modo supervivencia, corriendo de un lado al otro para llegar a fin de mes, sin tiempo para procesar lo que sentimos”, explicó. Según detalló, este estado de alerta sostenido genera consecuencias graves: “Muchos cuerpos se enferman porque las emociones no tienen dónde salir”. Para Zeniquel, la situación se agrava porque las personas “ya no pueden pensar en proyectos, sólo en resolver el día a día”.
“Lo más preocupante es que esta dinámica se volvió habitual, y cuando algo se vuelve normal, deja de preocuparnos”, subrayó. En ese sentido, remarcó que la población se adapta a situaciones extremas sin recursos para gestionarlas. “Estamos funcionando con el tanque vacío, pero sin darnos cuenta porque todos están igual”, expresó.
Zeniquel señaló que la ansiedad se convirtió en un mal común. “El futuro es algo tan incierto que ni siquiera podemos imaginarlo, y eso genera desesperación”, remarcó. También advirtió que hay una tendencia peligrosa a minimizar estos síntomas. “Nos reímos de estar colapsados, pero eso solo tapa un dolor que no se puede sostener”, expresó. Desde su experiencia clínica, observa un aumento de casos en jóvenes que llegan con crisis profundas y falta de horizonte.
“La ansiedad no es solo no poder dormir, también es no poder parar la cabeza ni un segundo”, detalló. Para Zeniquel, hay un agotamiento emocional generalizado: “Hay días en que el solo hecho de levantarse y salir a trabajar ya es una proeza”, confesó. Y agregó: “Tenemos derecho a vivir con dignidad, no a sobrevivir con miedo constante”.
La psicóloga explicó que muchas personas cargan con una sensación de fracaso constante. “Por más que trabajen 12 horas, sienten que no llegan, que no valen, que están fallando”, afirmó. Para Zeniquel, se trata de una lógica que impone la sociedad de consumo: “Nos enseñaron que si no producís no servís, y eso es inhumano”. Agregó que este discurso termina por deteriorar la autoestima colectiva y alimenta una espiral de insatisfacción permanente.
“Muchos pacientes me dicen: ‘No tengo derecho a estar mal porque hay otros peor’, y eso es muy dañino”, señaló. Además, sostuvo que “la comparación constante con la vida ideal de redes sociales también genera angustia”. Según la profesional, “estamos atrapados en un modelo de éxito que no tiene en cuenta lo emocional, solo lo material”.
Tiempo, vínculos y salud mental
Finalmente, destacó la importancia de frenar para poder sentir y conectar. “Necesitamos recuperar espacios de encuentro, de charla sin celular, de descanso sin culpa”, expresó. También reclamó mayor presencia del Estado: “La salud mental no puede ser un privilegio de quienes pueden pagar una consulta”. Zeniquel concluyó que el país necesita políticas públicas para cuidar a su población: “La salud mental es un derecho, y hoy está en emergencia”.
“Es imposible vincularse desde el cansancio y el encierro”, advirtió. En esa línea, explicó que “la soledad es cada vez más frecuente, y eso afecta directamente la salud emocional”. Según la psicóloga, el contexto actual exige “más escucha activa, más empatía y más espacios seguros para hablar sin sentir culpa”.
NGFederal