El Tribunal Supremo de España confirmó la condena a seis años de prisión para un futbolista de una liga de veteranos que, en abril de 2014, agredió brutalmente a un rival durante un partido. Tras ser expulsado por una falta previa, el jugador regresó al campo y le propinó una patada en la espalda a su oponente, lo que provocó una herida medular irreversible. La víctima quedó con una discapacidad del 80%, dependiendo de una silla de ruedas eléctrica para movilizarse.

El fallo destaca que el acto no fue parte del juego, sino una agresión intencionada que debe ser sancionada penalmente. El Tribunal Supremo subrayó que las agresiones dolosas no tienen cabida en el ámbito deportivo, y que deben ser castigadas con todo el peso de la ley. Además de la pena de prisión, el agresor deberá indemnizar a la víctima con 714.000 euros, mientras que la organización del torneo fue declarada responsable civil subsidiaria por no garantizar la seguridad adecuada durante el evento.

Esta sentencia establece un precedente en la aplicación del derecho penal al deporte y resalta la necesidad de reforzar la seguridad en los eventos deportivos. Los organizadores deben tomar todas las medidas necesarias para proteger la integridad de los participantes y evitar que se repitan incidentes de violencia como el ocurrido. El fallo también envía un mensaje claro: el deporte debe ser un espacio de respeto y no un refugio para comportamientos violentos.