18-05-2025 | 14:35
CLIMA | DOLAR

FOTOGALERÍA | Tras su fallecimiento, este lunes 21 de abril, se confirmó que el lugar de descanso eterno del Sumo Pontífice será la histórica Basílica de Santa María la Mayor de Roma. Fue él mismo quien dejó expresamente indicado que allí quería ser sepultado, en el templo donde comenzó su pontificado con una oración en silencio y una ofrenda de flores a la Virgen.


La Basílica de Santa María la Mayor (Santa Maria Maggiore, en italiano), es una de las iglesias más emblemáticas de Roma y uno de los espacios más importantes para el catolicismo. No sólo por su antigüedad, su belleza arquitectónica y su valor espiritual, sino también por el vínculo íntimo que tuvo con el Papa Francisco, quien eligió descansar allí tras su fallecimiento, a los 88 años.


Esta basílica no es un lugar cualquiera dentro de la estructura del Vaticano ni en el corazón de los fieles. Es la primera iglesia que Jorge Bergoglio visitó tras ser electo papa, el 13 de marzo de 2013. A la mañana siguiente de su elección, caminó por la nave central en silencio y depositó un ramo de flores frente al ícono de la “Salus Populi Romani” (la Virgen Protectora del Pueblo Romano), símbolo de su devoción mariana. Desde entonces, nunca dejó de ir cada vez que emprendía o regresaba de un viaje apostólico.


Se trata de uno de los templos cristianos más antiguos de Roma y, según la tradición, se construyó a raíz de un milagro: una nevada caída en pleno verano, el 5 de agosto del año 358, marcó el lugar donde la Virgen María pidió levantar la iglesia. Fue el papa Liberio quien comenzó su construcción, aunque fue el papa Sixto III (432-440) quien le dio su forma definitiva, después del Concilio de Éfeso que proclamó a María como Madre de Dios.


Una basílica mayor y mariana

 

Santa María la Mayor es una de las cuatro basílicas mayores de Roma —junto a San Pedro, San Pablo Extramuros y San Juan de Letrán— y la única que conserva la planta original paleocristiana. Está ubicada sobre el monte Esquilino y su nombre alude a su carácter de “la más grande” entre las iglesias dedicadas a la Virgen.



Durante siglos, este templo fue lugar de sepultura para papas y figuras ilustres del catolicismo. Entre los pontífices enterrados allí se encuentran Clemente VIII, Pablo V y san Pío V. No obstante, hacía más de tres siglos que ningún papa había sido sepultado en esta iglesia: el último fue Clemente IX, en 1669. La decisión de Francisco de reposar allí no sólo tiene un valor devocional, sino también histórico.


La iglesia tiene un fuerte componente artístico. Su interior alberga uno de los ciclos de mosaicos más antiguos de la cristiandad —datados del siglo V— con escenas de la vida de la Virgen María y la infancia de Jesús. También contiene una reproducción de la gruta de Belén, con reliquias que la tradición vincula con el pesebre original. Las columnas que separan las tres naves son de mármol antiguo y podrían haber pertenecido a templos romanos.



Su campanario, de unos 75 metros, es el más alto de Roma. El techo artesonado del siglo XVI, diseñado por Giuliano da Sangallo, fue decorado —según se cuenta— con el primer oro traído de América y donado por los Reyes Católicos a Alejandro VI, el papa español.


Un símbolo del Papa Francisco

 

Francisco cultivó un fuerte lazo personal y espiritual con esta basílica. Allí acudía sin protocolo, acompañado sólo por un par de colaboradores, para encomendar sus viajes o agradecer su regreso. Fue también uno de los lugares en los que más insistió en la necesidad de que la Iglesia se arrodille ante el pueblo de Dios y la Virgen. La “Salus Populi Romani” fue, para él, una madre y protectora.



El cardenal Stanisław Ryłko, actual arcipreste de Santa María la Mayor, había sido designado por el propio Francisco en 2016. En las últimas horas, confirmaron que la capilla donde descansarán los restos del Papa ya ha sido preparada con discreción en una de las naves laterales, cerca del ícono mariano al que tanto veneraba. Aún no se dio a conocer públicamente en qué fecha se realizará la sepultura, pero se estima que será tras las exequias oficiales en la Basílica de San Pedro.



Un santuario, un mensaje

 

Que el Papa Francisco haya elegido esta iglesia para su descanso eterno tiene múltiples sentidos. No solo fue su primer gesto como pontífice, sino que representa su profundo apego a las raíces populares del cristianismo, a la devoción sencilla, y a María como madre y refugio. También habla de su mirada pastoral: salir del Vaticano, acercarse a la gente, orar en silencio, sin ostentación.


A diferencia de la mayoría de los papas recientes —que han sido sepultados en las Grutas Vaticanas— Francisco quiso estar en un templo al que cualquier peregrino pueda ingresar sin mayores trámites. Un lugar donde el arte, la fe y la historia se funden, como él mismo deseaba: cercano al pueblo, humilde en lo personal y claro en sus gestos.


Santa María la Mayor no sólo será ahora un sitio más visitado por los fieles del mundo, sino también el lugar donde descansará uno de los papas más influyentes y queridos del siglo XXI.




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